lunes, 18 de febrero de 2013

“El escarabajo de Wittgenstein y 25 experimentos mentales más”




Este interesante libro recoge 26 experimentos mentales más famosos de la historia.  Antes de adentrarme en uno de ellos, expliquemos qué es un experimento mental. Es un recurso que tiene la imaginación y que se emplea en la investigación de la naturaleza de las cosas. Como se puede intuir, estos experimentos no proceden de observación o experimentación física. Lo más curioso es que todas las ciencias modernas se sustentan, en parte, de estos experimentos.


Me voy a centrar en el capítulo llamado “C de caníbal ejemplificado por Santo Tomás”. Este experimento fue propuesto por Bertrand Russel en su “Historia de la filosofía occidental”. Fue un filósofo, matemático, lógico y escritor británico que vivió desde 1872 hasta 1970.



Este capítulo trata sobre la idea de que si un caníbal sólo se alimenta de carne humana cada parte de su cuerpo pertenece a la de otra persona. Entonces, el día del Juicio Final (en el que se supone que todos resucitaremos) si le diéramos todos los átomos a sus dueños verdaderos, quitándoselos a los caníbales que se lo han comido, ¿qué cuerpo tendría el caníbal? Este problema fue tratado por Santo Tomás de Aquino y, a continuación, veremos las posibles soluciones a esta pregunta a lo largo de la historia.

Haciendo un análisis exhaustivo sobre esta cuestión deberíamos empezar diciendo que Santo Tomás de Aquino fue el filósofo oficial de la Iglesia católica y que discute sobre este tema en su Libro IV de la “Suma contra los gentiles”. Como dije anteriormente, el día del Juicio Final los católicos creen que resucitaremos con vieja materia mortal, y a partir de ahí se envuelve el problema y las posible soluciones. El primero que debemos apuntar sería el propio Santo Tomás, según el que la identidad no depende de tener las mismas partículas, ya que nuestro cuerpo experimenta diariamente cambios. Entonces, podríamos decir, que el caníbal y sus víctimas tendrán un cuerpo ese día y no tiene que tener la misma materia que cuando murieron. Russell piensa que estas víctimas no deberían ser castigadas sin su cuerpo por culpa de caníbales y opina que toda esta problemática fue tratada perfectamente por las personas que veremos a continuación:


-          Atenágoras, un pensador cristiano, pensó que esto afecta claramente a los que creen en la vida después de la muerte, y que, en realidad, todos formamos parte de una gran cadena alimenticia, lo que ejemplifica con nuestro propio cuerpo. Este ejemplo se basa en que, si después de la muerte, nuestro cuerpo es comido por gusanos y demás criaturas y éstas, a su vez, más tarde se las comerán otros humanos, los últimos tienen la materia del cuerpo que las criaturas se comieron. Entonces, llegamos a otro problema, puede que no haya suficiente materia para que todos resucitemos. Su respuesta fue contundente: los átomos humanos no son asimilables como comida. Esto es algo que no convence mucho ya que sino los caníbales serían seres demacrados.
-          Orígenes, un siglo más tarde, llegó a una mejor conclusión que la del anterior. Este teólogo pensó que para resucitar no hacía falta que tengamos la misma materia, sino, simplemente, tener un cuerpo que se le parezca. Esto es, que tenemos que esperar que nuestro cuerpo tenga la misma forma, pero no la misma materia.
-          Una vez llegamos aquí, pensamos en el Fedón, libro que escribió Platón en el que existe un diálogo entre ambos. Gracias a este libro nos ha llegado la opinión que Sócrates tenía sobre la vida tras la muerte. Éste pensó que sería ahí cuando sería realmente libre, aunque, más tarde, Aristóteles dijo que era imposible sobrevivir sin las funciones físicas.
-          Aunque puede que lo mejor sea pensar que lo que realmente sobrevive es una especie de ego metafísico, una construcción psicológica. Esta es la conclusión de Avicena que argumentó que el cuerpo sólo era esencial en un primer momento para poder crear nuestra identidad, pero que luego ésta ya no depende del cuerpo para seguir existiendo.


Esta es la evolución y la conclusión a la que se llega de la problemática pregunta planteada en su día por Santo Tomás de Aquino. En mi opinión, la solución estaría a favor de este último filósofo, ya que el cuerpo nos sirve para realizar todo lo que se cuece en nuestra cabeza, pero después de la muerte, no necesitaríamos ni dientes, ni estómago, ni manos, ni pies ni nada, porque estas partes del cuerpo solo reaccionan ante órdenes de nuestro cerebro. Todo esto contradeciría a Orígenes, ya que si no tenemos estas partes, no tendríamos una misma forma. Pero creo que lo más acertado sería pensar como Avicena, aunque, todo esto suponiendo que el día del Juicio Final de verdad resucitáramos...



2 comentarios:

  1. Me gustaría poder leer el libro completo en pdf ya que en el pais dónde resido no se encuentra, si usted lo tiene me lo podría hacer llegar a mi mail?, gracias de antemano y muy buena reseña

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